En el año 2012, producimos junto a Funcasor –la Fundación Canaria para las Personas con Sordera y sus Familias–, este corto en el que Eugenia Arteaga transformaba el encargo de dar visibilidad a la comunidad sorda en una historia sobre las relaciones de pareja, las inseguridades y el miedo a confiar en el otro.
En la escena en cuestión, la pareja –de adultos, Lorena Plasencia y Carlos Valencia– aún son dos niños jugando a entenderse en el patio.